¿De dónde vienen los ademanes? La importancia del lenguaje no verbal

Cuando utilizamos un conversor de texto a voz, por lo general tenemos la sensación de estar escuchando a una especie de robot. ¿Imaginas hablar con otras personas y que se expresen justo así? Aunque lo que digan sí contenga información importante, es probable que nos sea más difícil procesarla porque carece de elementos a los que estamos habituados como humanos: ademanes o gestos.

Pero, siendo tan comunes (y necesarios), ¿cómo es que algunas personas prescinden de ellos? ¿Se trata de algo innato o es algo que decide desarrollar cada persona de manera individual? En el siguiente artículo explicamos el origen de los ademanes y su papel en la vida humana.

 

¿Qué es la comunicación no verbal?

El lenguaje es una habilidad fascinante que nos diferencia de otras especies. Y aunque le damos poco mérito de forma consciente, es probable que también influyera en nuestro éxito evolutivo.

Las palabras habladas destacan como un elemento importante dentro de una comunicación efectiva, pero los estudios sobre el tema revelan algo que seguro sorprenderá a muchos: estas constituyen apenas el 35 por ciento del mensaje que tratamos de transmitir.

Puño con pulgar arriba, un ademán muy común entre los humanos.

En realidad, el 70 por ciento del mensaje lo transmitimos a través de un lenguaje no verbal, que hace presencia en forma de ademanes o gestos, movimientos, señales, etc. A esto se le conoce como comunicación no verbal.

Los humanos aprenden el lenguaje a través de la interacción con otros, y esta dinámica permite que se transmita culturalmente a lo largo de muchas generaciones. Asimismo, ya sea verbal o no verbal, puede variar sustancialmente dentro y entre las diferentes sociedades que habitan el mundo. Pero, siendo así, ¿cómo fue que los humanos empezamos a emplearlo? ¿Cuál es el origen de los ademanes?

Origen de los ademanes

Hablar del origen de los gestos es casi tan complejo como hablar del origen del lenguaje verbal, y amerita indagar en el comportamiento de nuestros ancestros simios. Una investigación publicada en la revista Biological Reviews en 2019 identificó tres procesos no excluyentes entre sí que podrían explicar el origen de los ademanes humanos: ritualización filogenética, ritualización ontogenética y aprendizaje por vías de negociación e imitación social.

Los autores creen que hay un carácter innato en los ademanes, por lo que pueden tener un vínculo genético heredado de generación en generación. Y aunque la ritualización ontogenética, que plantea el desarrollo y aprendizaje individual de los gestos, desafía la herencia biológica, también podría explicar el origen de esta parte del lenguaje no verbal.

Y no podemos dejar el papel de las interacciones sociales, tan importantes en los simios y los humanos a lo largo de su proceso evolutivo. La negociación y la imitación en el mercado de las interacciones con sus semejantes pudo jugar un papel clave en el aprendizaje y expansión de los ademanes que nos son tan útiles para comunicarnos.

Dejando de lado los tecnicismos más estrictos, podríamos simplemente clasificar en dos grupos los factores que dieron origen a la gesticulación humana: externos e internos. Estos actos no verbales podrían tener una raíz fisiológica y, por ejemplo, estar vinculados a estímulos y respuestas procesados dentro de nuestro sistema nervioso; pero también podrían ser resultado de la exposición a elementos del entorno, como las creencias, los hábitos y la cultura en general.

Algunos de los ademanes más comunes

Palma de una mano extendida hacia adelante, un ademán común que denota ofrecimiento.

La literatura clasifica los ademanes en cinco categorías: emblemas, ilustradores, reguladores, adaptadores y demostradores de afecto. Cada una de ella incluye muchos gestos con los que nos hemos topado a lo largo de nuestra vida y, por supuesto, muchos que hacemos diariamente.

Un ejemplo clásico y universal de los emblemas en la comunicación no verbal es el puño cerrado con el pulgar arriba, comúnmente usado para indicar gusto o que todo está bien. Está tan extendido que incluso se ha integrado dentro de las redes sociales, servicios de mensajería instantánea y otras plataformas para expresar aprobación.

Pero existen otros un poco menos extendidos, o bien, limitados a un contexto o comunidad particular, como llevar la mano a la sien para saludar a un colega en el ejército. En la cultura del Islám, por ejemplo, un saludo habitual es llevar la mano con los dedos juntos a la frente y luego elevarla un poco.

A contraluz, hombre acercando su mano a su frente, un ademán común de origen militar.

Los gestos ilustradores consisten simple y llanamente en representar visualmente lo que se dice, y los hacemos de forma automática y casi simultánea a la emisión de las palabras. Como ejemplo, colocar la palma de la mano hacia arriba y hacia adelante para indicar un ofrecimiento.

Estos gestos en particular están estrechamente relacionados con nuestra personalidad, por lo que también influyen en nuestra credibilidad. Curiosamente, cuando son adoptados por muchas personas de un mismo grupo pueden convertirse en emblemas, algo muy común en la política.

La importancia de los ademanes dentro del lenguaje no verbal

Ahora que tenemos una idea del origen de los ademanes y que hemos identificado algunos de los más comunes y universales entre los humanos, toca reflexionar sobre su importancia. ¿Qué función cumplen en nuestra vida? ¿Nos ayudan de alguna forma que hemos estado ignorando? ¿Hacernos conscientes de ellos y perfeccionarlos podría sernos de utilidad?

Los gestos enfatizan el lenguaje verbal

Pues bien, partamos de lo que hemos mencionado a lo largo de todo este artículo. Cualquiera que haya discutido con alguien en algún momento de su vida, o que haya tratado de explicar algo complicado, se habrá percatado de que las palabras no son suficiente para comunicarnos. Por lo tanto, los ademanes cumplen la importante función de enfatizar el lenguaje verbal cuando las palabras se quedan cortas.

Los gestos sustituyen las palabras

Hay situaciones en las que simplemente no podemos hablar, y un gesto puede salvarnos, ahorrarnos tiempo e incluso establecer nuevas relaciones y complicidad. La famosa frase que plantea que a veces el silencio dice más que 1,000 palabras no exagera; solo tenemos que prestar atención a los gestos y al contexto.

Los gestos sirven para indicar el ritmo de la comunicación

Aunque el lenguaje verbal es útil para transmitir información, las malas interpretaciones por falta de contexto siempre pueden ocurrir. Los gestos definitivamente pueden ayudarnos a entender o dar a entender la calidad de una situación sin comprometernos con las palabras.

Los ademanes facilitan la expresión de afecto

Por último, uno de los puntos más importantes en las interacciones humanas: la expresión de sentimientos y, en especial, de afecto. No por nada figuran entre los principales gestos en la comunicación no verbal.

Incluso en ausencia de palabras, la posición y los movimientos de las extremidades superiores, la expresión facial, la postura corporal y la distancia respecto a otros, ofrece información a otros sobre cómo nos sentimos.

Contrario a lo que muchos creen, las palabras no son indispensables para la demostración de afecto. Y ya que el origen y papel de ciertos gestos aún es ignorado por muchos, no estaría mal compartir este artículo para ayudar a otros a ser más conscientes de sus estrategias de comunicación, y cómo no, hacerla más efectiva.

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