Este fue el efecto que tuvo el cambio climático pasado sobre los manglares rojos de Yucatán

La península de Yucatán, en México, esconde un vasto sistema de manglares rojos pantanosos que, de forma sorprendente, se han alejado de la costa. De hecho, la más cercana se encuentra a 170 kilómetros de ellos. Sin embargo, durante mucho tiempo se ha creído que, en algún momento de la historia, ambos ecosistemas coexistieron de alguna forma. Un nuevo estudio confirma estas sospechas.

Después de analizar su ADN, los investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles descubrieron que estos constituyeron un antiguo ecosistema de manglares de agua salada. En su artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences explican qué hizo que se alejaran de la costa y se quedaran a orillas del río San Pedro.

Los manglares rojos son típicos de aguas saladas

Los manglares rojos, cuyo nombre científico es Rhizophora mangle, suelen crecer en las aguas saladas de los trópicos. Rara vez se consiguen en masas de agua dulce, pero sí es posible; por ejemplo, si el calcio disponible es suficiente, no necesitan de los nutrientes que ofrece el mar.

Vista submarina de los manglares rojos del río San Pedro Mártir.
Los manglares rojos del río San Pedro Mártir. Crédito: Octavio Aburto.

Conscientes de ello, los científicos han puesto mucho esfuerzo en comprender qué factores, más allá de los nutrientes, podrían hacer que los manglares se separen de los mares. Sus estudios han identidicado posibles lagunas fósiles de este tipo, pero estas no están tan apartadas como los manglares rojos de Yucatán.

En un trabajo reciente, analizaron los genomas de 79 plantas en 11 sitios alrededor de la península a fin de estudiar esta peculiaridad con mayor detalle. Fue esto lo que les abrió los ojos a una nueva realidad: los manglares rojos cercanos a las aguas del río eran distintos a los de la costa.

Los manglares del norte son diferentes de los del sur

El análisis genómico reveló que los árboles de agua dulce estaban más estrechamente relacionados con un manglar que se encuentra en la laguna de Términos en el lado del Golfo de México en Yucatán. Por tanto, la conclusión fue que estos dos estaban emparentados; eran provenientes de un ancestro común que se encuentra en el lado norte de la región.

También encontraron que otras lagunas del interior de México estaban estrechamente relacionadas con los manglares del Caribe. La evidencia apunta a que existen dos linajes distintos de la especie: uno en el norte que es diferente al que se encuentra en el sur.

Cambios en el nivel del mar detrás de las diferencias entre los manglares

 

Los investigadores también aplicaron modelos en los que introdujeron datos sobre el nivel del mar en el sur del Golfo de México. Con ello, buscaban evaluar la presunta influencia del clima antiguo en la diferenciación de los manglares.

Y es que antes del último evento de glaciación en nuestro planeta, todos los casquetes polares se habían derretido. En consecuencia, el nivel del mar era aproximadamente de 6 a 9 metros más alto de lo que es en la actualidad (nivel que promete aumentar con el rápido cambio climático que estamos experimentando).

Por medio de estos modelos, los investigadores identificaron una llanura costera baja que en algún momento pudo llenarse con agua debido al aumento del nivel del mar. En aquel contexto previo a la glaciación, probablemente se inundaron las tierras bajas de Tabaco, en México, hundiendo las selvas tropicales que rodean el río San Pedro. En consecuencia, esta llanura se llenó de agua salada.

Los manglares rojos de Yucatán se adaptaron al cambio una vez… ¿Lo harán nuevamente?

Este cambio drástico hizo que los manglares rojos de Yucatán se reubicaran. En pocas generaciones, pudieron establecerse a lo largo de estas costas inestables, lo que explicaría la variedad revelada por el análisis genómico. Como escriben los autores en su artículo:

“El análisis genético de poblaciones confirma que los manglares del río San Pedro son una reliquia de un ecosistema costero que colonizó los lagos de toba del río, posiblemente durante el Último Interglacial, y se quedó a lo largo de las riberas después de que los océanos retrocedieran durante la glaciación de Wisconsin”.

“Este descubrimiento es extraordinario”, dice el biólogo Felipe Zapata de la Universidad de California en Los Ángeles. “Aquí no solo están los manglares rojos con sus orígenes impresos en su ADN, sino que todo el ecosistema de lagunas costeras del último interglacial ha encontrado refugio aquí”.

Y es que no fueron los únicos. Es probable que otras especies de vegetación también pudieran adaptarse y colonizar nuevos espacios con rapidez en el contexto del clima cambiante del pasado. Muchas de ellas siguen allí en la actualidad, pero ¿serán capaces de adaptarse a los cambios venideros?

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