¿Por qué la ciencia quiere convertir las moléculas de ADN en música?

Mark Temple es un biólogo molecular médico al que se le ocurrió que podría ser posible tranformar las moléculas de ADN en música. Este científico solía pasar gran parte de su tiempo en su laboratorio investigando nuevos medicamentos para tratamientos contra el cáncer. Miraba las combinaciones de ADN en una pantalla para ver qué podría funcionar mejor para el experimento. Sin embargo, la lectura visual de las secuencias a menudo era abrumadora. Entonces Temple se preguntó si había una manera más fácil de detectar patrones favorables. Allí se dio cuenta de que quería escuchar la secuencia.

Temple también es músico e inició su propio sistema de asignación de notas a los diferentes elementos del ADN. Hizo una pequeña melodía con sus materiales de probeta que lo ayudó a detectar mejor los patrones en las secuencias y, por consiguiente, tomar mejores decisiones sobre qué combinaciones de ADN usar.

 

Temple no es el primer científico en transformar datos en sonido. En los últimos 40 años, los investigadores han empleado este truco para detectar patrones en sus estudios y usarlo como guía para el descubrimiento.

De moléculas de ADN a música

Algunos científicos están convirtiendo esos sonidos en canciones que, según dicen, pueden ser terapéuticas. Otros imaginan un futuro en el que los sonidos pueden alterarse y modificarse mediante ingeniería inversa para crear nuevos materiales.

Los primeros experimentos en los que los científicos convirtieron datos biológicos en sonido comenzaron a principios de la década de 1980.

El ingeniero molecular David Deamer notó por primera vez que tres de las cuatro bases del ADN corresponden a letras que también son notas musicales: A, G y C. Decidió asignar la nota “E” a la base “T” y comenzó a tocar las notas en el piano. Entonces se dio cuenta de que algunas de estas combinaciones representan dos acordes en el escala musical: C Major 6th o A Minor 7th. Junto a otros colegas, compuso melodías a partir de estas notas.

Mientras tanto, en Francia, el médico y compositor Joël Sternheimer hacía algo similar. Desarrolló frecuencias vibratorias asociadas con cada uno de los 20 aminoácidos que componen las proteínas en notas musicales para una partitura.

Desde entonces, expertos de varios campos han ‘sonificado’ virus, hormonas, proteínas, telarañas e incluso llamas, usando una variedad de técnicas.

Desde hace varias décadas los científicos vienen sonificando virus, partículas y moléculas. Vía Pixabay.

Otros usos de la música en la ciencia

 

El uso del sonido para representar datos es empírico y científico, pero muy diferente a hacer canciones.

Por ejemplo, para su investigación, unos académicos sonificaron con éxito señales de electrocardiografía para diagnosticar enfermedades cardíacas. Gracias a esta técnica de sonificación los cardiólogos pudieron detectar anomalías con un 78 por ciento de precisión.

Otros investigadores también están tratando de usar la sonificación en los salones de clases para explicar a los adolescentes cómo se pliegan las proteínas. Estos científicos consideran que la música podría lograr que las personas se conecten y se comprometan emocionalmente con la ciencia y la naturaleza.

Por otro lado, unos investigadores están trabajando en la hipnoterapia para ayudar a los pacientes a perder peso utilizando música traducida de la hormona iricina, una hormona quema grasa.

Asimismo, científicos están produciendo cinco pistas de música traducidas de los anticuerpos humanos que neutralizan el coronavirus.

Gran parte de la comunidad científica cree que la música tiene mucho potencial. Hasta hay quienes están convencidos de que se podría usar para crear nuevos tratamientos.

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