LAS HACIENDAS EN ZACATECAS

“No hay dirección, ni horizonte habitable

                                                                           para el futuro y, sin embargo, tenemos que

                                                                           seguir viviendo”.       (Guillermo Fadanelli)

Por la gran influencia económica, social y política que ejercieron las haciendas mexicanas en el siglo XIX y su impacto en los sectores agrícola, ganadero y minero, es importante comentar su situación en Zacatecas.

Para finales de los años 20 del siglo pasado, todavía existían importantes haciendas agrícolas en el estado de Zacatecas, son conocidas y reconocidas por sus grandes extensiones de tierra y por la presencia  -en algunas-  de una importante actividad mercantil, es decir, haciendas que producen para los mercados.

Haciendas como; “La Quemada” en el municipio de Villanueva, la del “Maguey” en la comunidad de Cieneguitas, la de “Tetillas” en Rio Grande, la de Trancoso  que llegó a tener una fábrica de textiles, la hacienda de “Cedros” principal centro de población en Mazapil en su época y se convirtió en Distrito de Provincia en 1785. La hacienda de “Viboras” en el municipio de Tepetongo centro del famoso cacicazgo del Gral. Anacleto López, la hacienda de “Malpaso” ubicada a pocos kilómetros de la capital, la famosa hacienda “El Carro” en Villa Gonzáles y otras tantas que merecen un estudio por separado.

Algunas de las haciendas fueron bastante productivas y otras francamente ociosas, de éstas decía el historiador Wistano Luís Orozco “…..son haciendas que no arriendan, son otros tantos desiertos inmensos; bastas y mudas soledades, sin cultivos, sin ganados, sin habitaciones”. Y así quedaron ahora las haciendas que en su momento fueron florecientes.

Ello era parte del mosaico de contrastes que todavía existe en Zacatecas, donde el atraso y el progreso de unos cuantos se mezclan en un cuadro de contradicciones e incertidumbre, ignorancia y pobreza, migración y violencia del narco principalmente en el medio agrícola.

En Zacatecas, al igual que en el país, se podrían localizar dos tipos de hacienda; aquellas de economía cerrada o autárquicas, que son muy limitadas en cuanto a producción y productividad, donde el principal rasgo es la acumulación improductiva de riqueza social y se caracterizaban por el consumo dispendioso de los hacendados en prolongados viajes al extranjero, compra de bienes suntuarios para el adorno y el exhibicionismo de la finca sin dejar remanentes para la reinversión productiva.

Pero también, encontramos en el entorno zacatecano haciendas altamente productivas con importantes relaciones mercantiles al interior y al exterior de las mismas, éstas se distinguían por la existencia de majestuosas construcciones en lo que se denominaba “el casco de la hacienda”, es decir, el centro de las actividades administrativas y políticas, fincas de maravillosa arquitectura donde se ubican las grandes “Trojes” que hacían las veces de grandes centros de almacenamiento de granos.

 Pero en el “casco de la hacienda” también encontramos la construcción de la iglesia en algunos casos verdaderos monumentos que tenían el importante papel del control ideológico por medio de la religión. Incluso algunas haciendas tenían su propio Panteón donde solo descansaban los restos de los hacendados y sus familiares también verdaderas obras faraónicas, que eran el resultado de una producción mercantil a gran escala de maíz, avena, trigo, arroz, ganado vacuno, caprino y porcino. Pero también gracias al régimen de explotación de la mano de obra campesina conocido como “Peonaje” o “Sistema de deudas”, el instrumento de control para el pago puntual de las deudas era “la tienda de raya”.

Ese sistema de deudas y de explotación desmedida de la mano de obra campesina fue una de las causas de la irritación social de los peones acasillados en las haciendas que dio origen al movimiento armado de 1910. Las peticiones de restitución y reparto de tierras se convirtieron en la bandera de lucha que conduce más tarde a la destrucción de la majestuosidad de las haciendas y la creación del régimen ejidal de tenencia de la tierra, ésta una modalidad de posesión social que ya hizo agua y ve su rápida desintegración a partir de la reforma constitucional del artículo 27 durante el gobierno salinista.

Ya no hay haciendas, los ejidos de desintegran, las grandes empresas entran al campo y se rehabilitan las formas de concentración de la tierra en transnacionales de la alimentación y la minería.

Así estamos y así nos va.

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