Las madres sin cuarentena

Jessica Mireles

En redes sociales y medios de comunicación se habla de medidas preventivas y aislamiento domiciliario, de la importancia de no propagar el virus y de abandonar el hogar sólo en circunstancias necesarias, de lo idóneo que habría sido ahorrar dinero para emergencias de salud como ésta, de la cuarentena que “se disfraza” de ‘puente’ y se viste de oportunidad para descansar en casa, de las clases en línea que deben tomar los niños y niñas para no verse afectados en su desempeño académico, pero no se piensa en los niños y niñas que sólo tienen la posibilidad de asistir a la escuela con escasas herramientas de trabajo, donde no cuentan con dispositivos móviles para tomar dichas clases y dónde las madres solteras no tuvieron el privilegio de la educación, donde estos niños y niñas sí se ven afectados en su desempeño académico pero nadie piensa en ello.

Madre de tres hijos, su esposo trabaja desde casa pero radica en otro Estado, ambiente laboral conformado por mujeres de diversas edades, jefe ineficiente, sin estudios ni historial académico, dictador, machista, con noción de ser más inteligente y complejos de superioridad. La madre de familia se ve presionada –y hasta cierto punto, obligada– a asistir a la oficina pese a la contingencia y a que el entorno laboral en el que se desenvuelve todos los días conlleva el trato constante con cientos de personas, contacto físico, verbal, de personas provenientes de comunidades precarias, carentes de servicios básicos, de salud, educación pública, entre otros.

¿Dónde está el apoyo y resguardo de las madres en unión y madres solteras? De las madres que “viven al día”, que pueden parar y tienen que trabajar porque son constantemente amedrentadas, las madres sin cuarentena, que si se ausentan unos días será sin goce de sueldo. Preguntémonos y cuestionémonos si nuestra solidaridad y empatía es verdaderamente legítima o es sólo de dientes para afuera, porque después del coronavirus, viene una pandemia peor y casi irreversible: el desempleo.

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