Las mujeres fingen orgasmos: ¿desde cuándo y por qué lo hacen?

Tener relaciones sexuales es un trabajo de dos y la meta final es que todos los participantes logren alcanzar el ansiado punto climático. No siempre se cumple el objetivo, lo cual es más común en las mujeres que en los hombres, pero lo curioso es que usualmente las mujeres que no llegan al clímax optan por fingir un orgasmo.

Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Y cuál es el origen de tal costumbre? Eso es lo que estamos a punto de averiguar.

¿Desde cuándo fingen?

La verdad es que el orgasmo femenino ha sido objeto de desinformación durante muchísimos años en la historia. Incluso podríamos decir que todo empezó con el filósofo Aristóteles, quien aseguraba que solo las mujeres “de tipo femenino” eran capaces de eyacular.

Y aunque nos gustaría pensar lo contrario, lamentablemente el hecho de que las mujeres finjan orgasmos no se trata de una práctica novedosa. De hecho, ni siquiera podríamos decir que es algo que surgió en este último siglo, pues el primer indicio que tenemos de que este ocurra aparece escrito en el tercer volumen del libro ‘Artis Amatoriae’, escrito por el poeta romano Ovidio nada más y nada menos que en el año 2 d.C.

En dichos textos, Ovidio instruye a los lectores en el camino del amor. En el primer volumen le muestra a los hombres cómo conseguir una mujer; en el segundo, cómo mantenerla a su lado; y en el tercero, le enseña a las mujeres las técnicas para mantener a un hombre enamorado, dentro de las cuales, evidentemente, hay varios consejos sexuales.

Casi al final del texto, y luego de explicar varios tipos de posiciones que pueden agradarle a una pareja, Ovidio explica una “técnica” que puede utilizar una mujer para “mantener la ilusión” cuando está teniendo relaciones sexuales:

Entonces, queridos míos, sientan el placer en la médula misma de sus huesos; compártelo de manera justa con tu amante, dile cosas agradables y traviesas mientras tanto. Y si la naturaleza le ha negado la sensación de placer, entonces enséñele a sus labios a mentir y diga que lo siente todo. Infeliz es la mujer que no siente la emoción de responder. Pero, si tienes que fingir, no te traiciones actuando en exceso. Deja que tus movimientos y tus ojos se combinen para engañarnos y, jadeando, jadeando, completen la ilusión. ¡Ay, que el templo de la bienaventuranza tenga sus secretos y misterios! Una mujer que después de disfrutar de los placeres del amor pide un pago a su amante, seguramente no puede sino estar bromeando”.

Placer femenino y embarazos

Mujer Embarazada Sentada En La Bañera

Afortunadamente, para la época aún se consideraba que el orgasmo femenino era parte fundamental para la reproducción humana. Esto fue gracias al médico griego Galeno, pues sus afirmaciones sirvieron como una fuente fidedigna hasta el siglo XVIII. Hasta entonces, la relación entre el placer femenino y el embarazo era bastante estrecha, al punto que se escribieron recomendaciones al respecto en varios documentos, desde una guía para parteras del Renacimiento hasta un tratado jurídico británico del siglo XIII.

Si bien esta creencia se traducía en una ventaja para las mujeres a la hora de tener relaciones sexuales consensuadas, también era un arma de doble filo en el caso de las violaciones, pues si la víctima resultaba embarazada luego de la agresión, se consideaba una prueba irrefutable de que la mujer había disfrutado el encuentro.

Muchos años pasaron hasta que en 1730 se demostrara que, en realidad, el placer femenino y los embarazos no estaban relacionados. Sin embargo, este descubrimiento también trajo como consecuencia que, como el orgasmo femenino no era necesario, comenzara a dejar de formar parte fundamental de las relaciones sexuales hasta que, eventualmente, era eliminado por completo de la ecuación.

Esto trajo como resultado que cada vez menos mujeres alcanzaran el clímax, al punto que los médicos victorianos aseguraban que las mujeres simplemente eran incapaces de tener orgasmos. Así lo escribió el ginecólogo británico William Acton en 1857:

La mayoría de las mujeres (felizmente para ellas) no están muy preocupadas por sentimientos sexuales de ningún tipo”.

Tratamientos muy curiosos

Curiosamente, y de forma muy contradictoria, los masajes pélvicos en las mujeres se habían popularizado en la época. Dichos tratamientos consistían en que los médicos masturbaran a sus pacientes para curarlas de la “histeria”, una enfermedad caracterizada por síntomas como ansiedad, deseo sexual o pérdida de deseo sexual. Tal recomendación médica evolucionó de tal forma que para 1880 se había creado el primer vibrador en Inglaterra, un dispositivo que surge a raíz de la fatiga crónica que estaban sufriendo los médicos especialistas a causa de la gran afluencia de pacientes con “trastornos femeninos” en sus consultorios.

Anuncios de vibradores en diarios locales

En este sentido, los vibradores como “The Little Home Doctor” (“El pequeño doctor casero”) y “Aids That Every Woman Appreciate” (“Ayudas que todas las mujeres aprecian”) se popularizaron tremendamente en el mercado y fueron publicitados en varios catálogos importantes.

Verdaderas investigaciones

 

A partir del surgimiento de los vibradores, la revolución sexual femenina comenzó a tomar vuelo y aún continúa en ese proceso. Para el año 1953, 62% de las mujeres norteamericanas aseguraban que se habían masturbado, según la encuesta ‘Sexual Behavior in the Human Female’ de Alfred Kinsey, y para el año 2009 alrededor de 53% de las mujeres estadounidenses admitieron haber usado un vibrador al menos una vez en su vida.

Cabe destacar la década de 1970 como un momento importante para la revolución sexual femenina. Una de las que colaboraron en esto fue Shere Hite, quien se atrevió finalmente a hacer un estudio sobre la sexualidad de las mujeres.

La investigadora elaboró una encuesta de 231 preguntas para conocer lo que las mujeres de entre 14 y 78 años pensaban acerca del sexo, y con las más de tres mil respuestas que consiguió, elaboró el conocido ‘Informe Hite’ para dar a conocer las conclusiones de su estudio.

En él recopiló hasta 6 formas diferentes de masturbación femenina, de las cuales la estimulación clitórico/vulvar fue la que destacó con 78,5%, frente al 1,5% que practicaban la penetración vaginal. Sin embargo, vale destacar que 11% de las encuestadas combinaban la práctica de varias técnicas para alcanzar el clímax.

Actualmente no tenemos claro cuál es el objetivo reproductivo del orgasmo femenino, pero luego de todo lo que hemos visto hasta ahora, la idea descrita por Jonathan Margolis en su libro ‘O: The Intimate History of the Orgasm’, en la que asegura que el tipo de hombre que dedica el cuidado necesario a complacer a su pareja es el mismo que se quedará para ayudarla a criar a sus hijos, no parecería tan descabellada.

Entonces, ¿por qué las mujeres fingen orgasmos?

¿Por qué las mujeres fingen orgasmos?

Esta pregunta posee varias posibles respuestas y todas dependen de distintas situaciones e individuos. Algunas mujeres aseguran que lo hacen porque se sienten incómodas al comunicarle a su pareja que quieren terminar con el coito, otras dicen que no quieren herir los sentimientos de su pareja, e incluso algunas lo hacen porque las hace sentirse empoderadas y a cargo de su cuerpo.

Sin embargo, la cuestión no debería centrarse solo en por qué las mujeres fingen orgasmos, sino en quiénes son más propensas a hacerlo.

Un artículo de Poppy Noruego en The Guardian muestra varias entrevistas con mujeres de distintas edades en las que les preguntaba si eran feministas, si les incomodaba decir la palabra clítoris y si habían fingido orgasmos alguna vez.

Sin importar si la mujer era feminista o no, todas aseguraron que en algún momento habían fingido un orgasmo, y todas también estuvieron de acuerdo con que al hacerlo sentían que, si bien se veían “más deseables” a los ojos de su pareja, al mismo tiempo se sentían más falsas. Una de ellas incluso dejó un consejo a los lectores:

Aquí hay un consejo para los hombres heterosexuales para el futuro: si tu pareja se ve bien mientras lo hace, está fingiendo”.

Sin embargo, algunas de ellas aseguraron que habían dejado de fingir orgasmos porque se habían aceptado a ellas mismas y habían mejorado sus habilidades de comunicación con sus parejas.

En otras palabras, todo apunta a que esto ocurre al tratar de cumplir expectativas que se centran en la otra persona. En vista de esto, y de todo el contexto histórico que hemos visto a lo largo del artículo, podríamos decir que los orgasmos fingidos son una mera conclusión de una sociedad en la que la mujer debe cumplir con expectativas que no están bajo su control.

Ahora cuéntanos, ¿has fingido un orgasmo o has mantenido relaciones con alguien que lo ha hecho? ¿Por qué crees que ocurre? ¡Déjanos tu comentario!

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