Matlachines: Danza ritual de la fiesta zacatecana

Por: Jazmin Martínez

Desde la época prehispánica, los mexicas realizaban una gran cantidad de fiestas a lo largo del año, se celebraban las victorias militares y se hacían festividades periódicas a sus deidades; en cierta conmemoraciones los danzantes se contaban por cientos y en otras los participantes se disfrazaban de águilas, jaguares, monos; invirtiendo su papel; algunos hombres se disfrazaban de mujeres y también había danzantes cómicos, como los actuales viejos de la danza.

En las fiestas prehispánicas algunos danzantes se pintaban el cuerpo de colores; además de que actuaban y efectuaban juegos acrobáticos. Con la llegada de los conquistadores españoles, aparentemente, cambia el sentido de la celebración comunitaria.

Los religiosos implementan nuevos bailes rituales, donde se portaban máscaras de moros, santos y demonios, personajes que sirvieron para evangelizar y legitimizar su dominio.

Los indígenas fueron derrotados inicialmente, pero al poco tiempo, su cultura milenaria volvió a surgir para amoldarse a los nuevos tiempos y crear un sincretismo, en la cual la inventiva y creatividad del artista indígena siguieron presentes.

Se cree que la danza de matlachines, fue un aporte de los grupos tlaxcaltecas cristianizados, en nuestro estado, pero tal vez fue una fusión cultural más compleja, ya que evidentemente es una danza guerrera, enérgica, sin dejar de ser ritual, obsérvese el uso del arco y la flecha, así como el empleo del tambor como un llamado simbólico al combate.

En Zacatecas existen decenas de danzas de matlachines, que varían de región en región, pero casi todas usan monteras o penachos, faldas de franela, adornadas con chaquira, lentejuelas, y canutillos, usan ataderas, huaraches de tres agujeros, bule o sonaja conocida como ayacachitli, se dice que el guaje simboliza el sonar del cascabel de una serpiente, en reminiscencia a mitos prehispánicos.

Recuérdese que algunos pueblos zacatecanos, y en especial en el Pueblo Mágico de Jerez, los danzantes en su coreografía forman una serpiente que termina comiéndose al viejo de la danza, el cual representa al policía, a el bufón, pero también al blanco español por los rasgos de algunas máscaras.

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