POLÍTICA, ENTRE LA PASIÓN Y LA CORRUPCIÓN.

Establecer la honestidad como el primer valor moral que debería guiar el pensamiento de los políticos, sería un buen inicio para hacer política a la mexicana.

Ciertamente, la política es entrega, a veces sacrificio, es fidelidad a una causa, es vida, es arte, es pasión, es compromiso. Pero también es corrupción.

Cuando en el ejercicio de la política se abandonan preceptos como; servir, compartir, dirigir, coordinar, atender, responder, resistir, enfrentar, corresponder, garantizar. Y luego se pasa a una práctica cotidiana para el enriquecimiento ilícito, el nepotismo, el influyentismo, el compadrazgo, la infamia, autoritarismo y la corrupción; entonces deja de ser política y se convierte en diatriba, porquería, revanchismo, algo nefasto y aborrecible.

La política entonces degenera, pierde su esencia; construir puentes y redes entre los miembros de la Polis. Hoy la política nos divide, nos confronta, no podemos vernos como adversarios, nos vemos como enemigos a los que se debe eliminar, quitar del camino, hacer a un lado al otro para colocarme yo.

Actualmente la política pasó a ser  una guerra de grandes pandillas o bandos confrontados a muerte donde la artillería la conforman los fajos de billetes, el contratismo, las residencias en el extranjero, las falsas promesas, la mentira y la burla.

¿Qué está pasando con la política y los políticos a la mexicana? Pues que son incapaces de entender la verdadera política como compromiso, responsabilidad, fidelidad. Compromiso con la historia, con las instituciones, con la aplicación de la ley para todos, compromiso consigo mismo. Responsabilidad con las mejores causas de la población excluida y empobrecida. Fidelidad a los principios y valores morales que derivan del conocimiento y aplicación de la ética.

No al compromiso con el dinero, la arrogancia, la ostentación, la vanidad, la frivolidad, la altanería y la soberbia. El compromiso es con la verdad, el desprendimiento, la transparencia y principalmente ser consecuentes con lo que se piensa, se dice y se hace.

Pero, decía Calderón de la Barca gran poeta del siglo de oro español, “…la vida es sueño. Y los sueños, sueños son”. Además, los sueños son gratis.

Así estamos y así nos va.

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