Sí, se puede tener alergia al frío, y este hombre casi muere por ello

Una fría noche, en Colorado, un hombre de 34 años decidió darse una ducha caliente. Poco tiempo después, su familia se lo encontró tirado en el suelo, desmayado y con todo el cuerpo cubierto de urticaria. Inmediatamente lo llevaron a urgencias, donde no tardaron en descubrir que padecía un shock anafiláctico por un motivo de lo más peculiar: alergia al frío.

El paciente ya había sufrido algunas reacciones a las bajas temperaturas, precisamente en forma de urticaria, pero nunca tan extendida como la que le provocó el shock. Quizás, el cambio brusco de temperatura al salir de la bañera fue lo que le causó este efecto, que podría incluso haberle costado la vida. Por suerte no fue así, pues con el tratamiento convencional para este tipo de casos pudo recuperarse. Sin embargo, seguramente se lo pensará dos veces la próxima vez que quiera calentarse de esta forma.

 

¿A qué se debe la alergia al frío?

En realidad, todas las alergias son el resultado de una reacción exagerada de nuestro sistema inmunitario. Su función es combatir posibles patógenos o agentes extraños que entren en nuestro organismo. No obstante, en ciertas personas detecta como posibles peligros sustancias tan inofensivas como algunos alimentos, el polen de ciertas plantas o los ácaros del polvo. Además, en casos bastante más extremos puede llegar a reaccionar frente a “sensaciones”, en vez de sustancias o microbios.

Por ejemplo, se han dado casos de personas que han experimentado una reacción alérgica por la práctica de ejercicio. Y por el frío.

 

En el caso del paciente protagonista de este caso, que acaba de describirse en The Journal of Emergency Medicine, comenzó a experimentar alergia al frío cuando se mudó a Colorado desde Micronesia. Viniendo de donde venía, estaba muy poco acostumbrado a las bajas temperaturas y el estado en el que empezó a vivir se encuentra entre los más fríos de Estados Unidos. De hecho, la ciudad de Pueblo está en la lista de las más frías del país, con un récord mínimo de temperaturas cercano a los -35ºC.

 

Aunque por lo general la cosa no solía ir más allá de una urticaria, esta vez llegó a urgencias con ritmo cardíaco acelerado, sudoración y una tensión arterial extremadamente baja. Estos son síntomas claros de un shock anafiláctico, cuya consecuencia si no se actúa rápido puede ser la muerte por hipoxia. Afortunadamente, gracias al tratamiento con oxígeno y adrenalina pudo recuperarse por completo.

Otros casos en el mundo

Al igual que le había ocurrido hasta ahora a este paciente, la alergia al frío suele manifestarse principalmente a través de urticarias. No obstante, en situaciones más extremas, como nadar en agua helada, la presión arterial pueden bajar abruptamente, provocando desmayos.

En 2018, un niño de 9 años sufrió uno de estos episodios, aunque por suerte no llegó a perder la consciencia. Acababa de darse el primer baño del verano en el mar, con el agua aún muy fría. Poco después, comenzó a experimentar una urticaria generalizada, disnea, hiperemia conjuntival, visión borrosa y pérdida de fuerza. Sus familiares negaron que le hubiese picado ningún insecto o que hubiese estado en contacto con algún pez mientras nadaba. Solo quedaba la opción de la alergia al frío, por lo que recibió un tratamiento con antihistamínicos, que le ayudó a recuperarse rápidamente.

Otras personas sí llegan a tener un shock anafiláctico mientras nadan. Por eso, se recomienda que quienes ya hayan experimentado la urticaria por frío tengan a mano una dosis de adrenalina inyectable. Algunos también pueden tener mejoras con un tratamiento a base de antihistamínicos.

Pero, sin duda, si hay algo que funciona es evitar las situaciones de riesgo. Quizás bañarse en un mar helado de principios de verano con temperaturas muy altas fuera o ducharse con agua muy caliente en una de las frías noches de Colorado no sea la mejor de las ideas. Incluso comer alimentos muy fríos puede desencadenar reacciones desagradables en estas personas. Si ya lo han experimentado alguna vez, mejor prevenir que curar.

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