No solo tenemos el ‘corazón roto’, así sufre el cerebro tras una ruptura amorosa

El amor está por todas partes, Hollywood nos lo vende como algo que necesitamos para ser felices día sí y día también. Aunque de vez en cuando nos cuentan historias de relaciones que terminan mal. Tener el corazón roto —a veces puede suceder de verdad— por una ruptura amorosa es de lo más normal. Sin embargo, el cerebro también sufre cuando una relación finaliza. Y esto es justo lo que han descubierto unos investigadores al realizar un estudio que se ha publicado recientemente en la revista NeuroImage: Clinical.

 

El resultado de un corazón roto parece ser que hace que cueste más pensar con claridad. Esto se debe a que el cerebro puede perder el control después de una ruptura amorosa. Esto implica que se den patrones de comunicación neuronal anormales y una organización funcional reducida, según indican en IFLScience.

 
 

Justamente, una conectividad cerebral inusual y la organización reducida son síntomas de personas con depresión clínica. “Los estudios de neuroimagen en estado de reposo han identificado cada vez más la comunicación anormal de todo el cerebro en pacientes con depresión”, indican los autores del estudio. “Pero actualmente no está claro si los síntomas depresivos en individuos sin diagnóstico clínico tienen bases neuronales confiables”, explican.

 

Para saber si también había base neuronal en el caso de los pacientes con una ruptura amorosa reciente, decidieron escanear el cerebro de 69 individuos sin diagnóstico clínico depresivo. Eso sí, habían terminado una relación hacía poco tiempo y tenían “diversos grados de síntomas depresivos” debido a su situación. “Investigamos en qué medida la gravedad de los síntomas depresivos en una muestra no clínica se asoció con desequilibrios en la dinámica compleja del cerebro durante el reposo”, comenta los autores.

 

Corazón roto, pero ¿y el cerebro qué?

Cerebro
 
 

Como decíamos, los participantes en el estudio mostraban diferentes grados de síntomas depresivos, pero ninguno tenía un diagnóstico clínico. Sin embargo, tras hacer los escáneres, los investigadores se dieron cuenta de la gravedad de estos síntomas, que estaban directamente relacionados con los déficits en la capacidad del cerebro para procesar la información.

 

“Los sujetos más tristes mostraron disminuciones pronunciadas en la integración global, lo que se refiere a la capacidad del cerebro para combinar y procesar toda la información generada por sus diversas regiones en un momento dado”, indican desde IFLScience. “Es esta integración la que nos permite dar sentido al mundo y desarrollar las respuestas cognitivas y conductuales apropiadas a las situaciones en las que nos encontramos. Por lo que cualquier discapacidad a este respecto representa un obstáculo importante en nuestros intentos de navegar por la vida“.

 
 

Ni siquiera fue este el único resultado puesto que los escáneres hicieron otra revelación. Los investigadores vieron que cuanto más graves eran los síntomas de depresión en el sujeto, más disminuía la diversidad espacial en el cerebro. Pero, ¿qué significa esto exactamente? Pues que el cerebro tiene zonas especializadas, es decir, cada una de las áreas del cerebro se encargan de diferentes tareas. Pero eso puede cambiar. Si esta diversidad disminuye, “la naturaleza jerárquica de la conectividad se rompe, lo que resulta en un estado más caótico que reduce la eficiencia cognitiva“.

Experiencias negativas

Aunque la muestra de personas que ha participado en el estudio es pequeña, los expertos concluyen que “las experiencias negativas de la vida pueden tener un efecto perjudicial en la competencia operativa del cerebro”. Y, por tanto, “pueden desencadenar una disminución de la salud mental incluso en personas sin diagnóstico clínico”.

 
 

Podemos ver la vida de diferentes formas gracias al trabajo de software que hacer el cerebro. Si una persona tiene una experiencia negativa que le afecta, sea una ruptura amorosa o cualquier otro problema, lo más recomendable es acudir a un especialista, ya sea un psiquiatra o un psicólogo.

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