¿Por qué ya no hay tantos animales gigantes? La extinción no se detuvo con los dinosaurios

Durante millones de años los dinosaurios, los mamuts lanudos, los peces gigantes y los insectos reinaron el planeta Tierra. Sin embargo, su dominio acabó después de un centenar de años, cuando la extinción llegó y los animales gigantes pasaron a ser un simple recuerdo para la humanidad.

Desde entonces, estamos rodeados por cada vez más mamíferos, pero todos vienen en tamaño miniatura. El único animal que podríamos considerar “gigante” en estos momentos es la ballena azul, y aún así no se compara al tamaño de los primeros peces prehistóricos. ¿Por qué?

Los paleontólogos tienen muchas teorías al respecto, que abordan tanto la evolución de las especies como la caída del meteorito Chicxulub. Sin embargo, el paleobiólogo Greg Erickson ha dado con la respuesta más realista y preocupante para este fenómeno, pues sugiere que los animales grandes podrían desaparecer por completo.

¿Dónde están los animales gigantes?

Para Erickson, el cambio de tamaño en las especies fue multifactorial, lo que quiere decir que hubo varios fenómenos involucrados que fueron mermando el crecimiento de los mamíferos. En concreto, tres condiciones que estuvieron presentes tanto en el Jurásico, en donde reinaban los dinosaurios, como en el Paleolítico, junto a los mamuts y los tigres.

1# El costo energético de los animales gigantes 

Vía Pixabay

Antes de su extinción, los dinosaurios eran los animales gigantes más aterradores de la naturaleza. Pero esto era más por su sangre fría que por su apetito voraz. 

Los animales de sangre fría tienen una ventaja bastante grande frente a los mamíferos, pues son capaces de seguir creciendo indefinidamente según Erickson. Esto debido a que poseen sacos de aire que se extienden desde los pulmones hasta los huesos, y forman un esqueleto liviano.

Con un esqueleto así, la flexibilidad y la fuerza estaban garantizadas, por lo que era mucho más fácil que los dinosaurios crecieran a medida que llegaban a la adultez.

Los registros fósiles demuestran que dinosaurios como el T-Rex eran capaces de adaptarse a diferentes nichos a medida que crecían, aumentando su masa ósea.

Incluso algunos carnívoros prehistóricos, como los cocodrilos gigantes, podían intercambiar juegos de dientes a lo largo de su vida para cazar especies cada vez más grandes. Por tanto, los animales gigantes del Jurásico podían convertirse en armas mortales para alimentar a sus cuerpos y crecer en cuestión de meses. Algo que no pueden hacer los mamíferos actuales, ya que no poseen sacos de aire que ablanden sus huesos o sangre fría que aumente su crecimiento. 

Los mamíferos son endotérmicos, es decir, criaturas de sangre caliente. Lo que esto significa es que necesitan mucho combustible para poder aumentar de tamaño. Por ejemplo, un elefante necesita consumir 5 veces más alimento que un dinosaurio herbívoro en el Jurásico. Con lo cual, realmente no se puede conseguir que los mamíferos sean del tamaño de los dinosaurios.

Entonces, ¿qué pasa con los reptiles modernos? Aunque las lagartijas y las serpientes tienen sangre fría, resulta que es mucho más caliente que la de los dinosaurios. Los paleontólogos colocan actualmente a muchas especies animales en un gradiente entre sangre fría y sangre caliente, y los dinosaurios parece que estaban “en el extremo inferior del rango de sangre caliente”, por debajo de los reptiles modernos. Por tanto, su cuerpo era energéticamente menos costoso y más fácil de agrandar.

Un entorno lleno de cambios climáticos

Vía Pixabay

Asimismo, Erickson cree que la extinción de los animales gigantes se produjo también por la carencia de un entorno adecuado. Un estudio fósil de 2016 concluyó que el gigantismo depende principalmente de los recursos que les brinde el entorno. En otras palabras, de grandes cantidades de comida y agua, oxígeno y buenos refugios para los cambios de temperatura.

A mediados del período Triásico, cuando comenzó la era de los dinosaurios, tales ecosistemas existían. Las atmósferas antiguas tenían concentraciones más altas de oxígeno, por lo que los peces, insectos y mamíferos gigantes podían realizar mejores procesos celulares, y absorber con ello más energía. 

 

Sin embargo, estos entornos ricos en recursos empezaron a cambiar a partir del Jurásico. La extinción masiva tiende a eliminar a las criaturas más grandes que no pueden ocultarse como cucarachas, por lo que las heladas, las inundaciones o los meteoritos o las erupciones volcánicas pueden hacer desaparecer a decenas o cientos de especies durante millones de años. O incluso permanente.

Esto le pasó a los perezosos gigantes que hasta hace poco vivían en las montañas, y es la misma razón por la que las ballenas azules están en riesgo de extinción. Con lo cual, es muy difícil que una especie animal viva lo suficiente como para crecer y aumentar el tamaño de su cuerpo actualmente.

 “Los primeros mamíferos tardaron unos 25 millones de años en alcanzar una tonelada de peso. No podemos esperar que un mamífero gigante aparezca cuando la extinción de las especies avanza mucho más rápido”.

Greg Erickson, paleontólogo en la Universidad de Florida

Cazar animales gigantes es nuestra contribución a la extinción de estas criaturas

Créditos: Univision

Por si fuera poco, estos animales también tuvieron al hombre en su contra. 

Desde que los homínidos pisaron la Tierra, la extinción de las especies se ha acelerado. Criaturas gigantes como los mamuts o los tigres dientes de sable terminaron siendo la principal fuente de alimento de nuestros antepasados durante las glaciaciones. Esto también como una estrategia de estructuración social, para evitar que las especies más grandes que el ser humano acabarán por asesinarlo. 

 “La caza en grupo por parte de depredadores relativamente pequeños hace que incluso las presas muy grandes sean vulnerables”.

Greg Erickson

Por tanto, nuestra propia especie nos ha privado la posibilidad de conocer cara a cara a un mamut. Pero no la posibilidad de ver a una ballena azul, ya que la cacería marina es mucho más compleja que la terrestre.

Entonces… ¿Todos los animales gigantes acabarán extintos?

De momento, existen ocho animales “gigantes” que continúan pisando la Tierra: 

  • La ballena azul, con 27 metros de largo.
  • El cachalote, con 20 metros.
  • El calamar gigante de 18 metros.
  • La ballena gris, con 15 metros.
  • El tiburón ballena de 12 metros.
  • La anaconda de 10 metros. 
  • La orca, que mide entre 9 y 8 metros.
  • Y el elefante, con 3 metros.

En su mayoría, todos son animales marinos, por lo que es posible que vivan varios cientos de años más, siempre y cuando permanezcan en las profundidades del océano. 

Ahora bien, el caso de los elefantes es bastante particular, ya que ni la biología, ni el entorno los favorece. En estos momentos, los elefantes son una de las principales especies en riesgo de extinción por ser un animal gigante tan exótico. Con lo cual podría llegar el día en que desaparezcan, como sus antecesores los mamuts.  

Un estudio sobre lobos en 2016 reveló que la cooperación entre manadas también estaba afectando la extinción de pájaros y animales gigantes, pues atacando en conjunto pueden acabar con cualquier presa.  Así que todo parece indicar que la megafauna que una vez vio crecer a nuestro planeta, nunca volverá.

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