¿Al masticar hoja de menta, sientes la boca fresca? Eso es porque la menta, al igual que los chiles, tiene una gran historia bioquímica.

La maravilla evolutiva reside en las moléculas especiales que producen estas plantas: capsaicina en los chiles y mentol en la menta. 

Los científicos piensan que los ancestros de las plantas podrían haber comenzado a producir los químicos para disuadir a los depredadores.

Aquellas que producían estos compuestos tenían menos probabilidades de convertirse en alimento de otras especies.

Las que sobrevivieron lo suficiente, como para reproducirse, pudieron propagar sus semillas y transmitir sus genes a las generaciones futuras.

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BOCA FRESCA

Tanto el mentol como la capsaicina afectan el sistema de receptores sensoriales que controlan cosas como el tacto, la temperatura y el dolor.

Llamado sistema somatosensorial, esta compleja red de neuronas es diferente a aquellos responsables del gusto y el olfato.

«Hay neuronas debajo de la piel que pueden sentir diferentes sensaciones, como el calor y el frío», comentó Seok-Yong Lee, profesor de bioquímica en la Universidad de Duke. 

Estas neuronas monitorean el ambiente usando una matriz de proteínas incrustadas en las membranas celulares. Las proteínas controlan pequeños túneles, llamados canales iónicos, que pueden permitir que la materia pase a través de la membrana celular.

menta
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Los canales iónicos permanecen cerrados hasta que la proteína receptora detecta el estímulo que está buscando.

Una vez que perciben el químico o el calor, las proteínas se activan y permiten que los iones penetren en la membrana celular. Esos iones frescos provocan una pequeña señal eléctrica, llamada potencial de acción, que las neuronas transmiten al cerebro.

EL MENTOL ENGAÑA AL CUERPO PARA QUE SIENTA FRÍO.

El potencial de acción es como un telegrama que manda un mensaje para activar a algunos de los receptores de frío en la lengua. El cerebro interpreta razonablemente que la lengua está fría.