¿El mal humor puede ser algo bueno? Este estudio psiquiátrico dice que sí
Los psicólogos suelen centrarse en mejorar las emociones positivas de sus pacientes para aliviar así el dolor de una pérdida o de un trauma pasado. Esto mediante las llamadas “psicoterapias positivas” en las que se trabaja con la felicidad, el optimismo y la determinación.
Sin embargo, un nuevo enfoque psiquiátrico asegura que estar de mal humor también puede ser algo beneficioso para la salud mental. O siendo más precisos, estar arrepentido, preocupado y molesto por lo que ocurre a nuestro alrededor.
El mal humor no siempre es una emoción negativa
Más del 80% de las personas en Occidente tienen un sesgo de optimismo, lo que significa que creen que pueden aprender más de las experiencias positivas que de las negativas. Pero las emociones crudas como el arrepentimiento, la ira o la preocupación son vitales para nuestro desarrollo cognitivo.
No podemos vivir si no aprendemos primero de los arrepentimientos del pasado. Así como tampoco podemos planificar nuestra vida sin pensar en las preocupaciones del futuro. Por lo tanto, evadir estas emociones solo porque son “negativas” puede ser contraproducente, ya que los seres humanos usan todas sus emociones para evolucionar. Eso es lo que nos diferencia del resto de especies desde el punto de vista cognitivo.
El arrepentimiento nos ayuda a reflexionar. Un mecanismo mental indispensable para aprender de nuestros errores pasados y evitar que se repitan.
Por su parte, la preocupación nos permite estar mucho más alertas a los abusos externos. Lo que a futuro puede mejorar nuestra capacidad de reacción ante el peligro.
Y finalmente, la ira nos protege de todo. Tanto de las emociones negativas, como de las personas que quieren abusar de nosotros. Por lo tanto, estar de mal humor no aleja a quienes nos rodean, hace que estas personas respeten más nuestros intereses.
“Las emociones negativas son esenciales para motivarnos a hacer algo que sea algo desagradable hoy, pero que pueda crear ganancias o ahorrarnos una mayor pérdida en el futuro”
Berthenya Dunbar, psicólogo y director de este nuevo enfoque psiquiátrico
En este sentido, el mal humor puede ser una emoción bastante útil en el entorno laboral y escolar para ganar discusiones o repartir tareas de forma exitosa. Aunque el mayor impacto positivo de la ira lo recibe nuestro cerebro.
La mente se despeja con el mal humor y la negatividad
Este nuevo enfoque, hecho por el psicólogo Berthenya Dunbar, asegura que la ira es más una emoción instrumental que una negativa. Lo que significa que surge con el objetivo de lograr algo, en lugar de evadir la realidad y refugiarse en la tristeza.
Por este motivo, estar de mal humor no es algo malo. Puede considerarse incluso otra forma de determinación, con todo lo que eso conlleva. Es decir, el escepticismo.
La investigación de este psicólogo ha demostrado que la ira nos hace menos crédulos, por lo que nuestras decisiones suelen ser más acertadas que las de los positivistas. Esto debido a que la ira se guía por la desconfianza e impulsa la búsqueda de nuevas posibilidades de éxito.
Algo que no suele ocurrir con las personas optimistas, ya que tienen un exceso de confianza en el otro y en que todo se solucionará. Con lo cual suelen no pensar mucho en sus decisiones, aunque sean mejores procesando los cambios en el entorno.
El lado negativo de la psicología puede ayudar a las personas ansiosas
Aunque “aprovechar el día y vivir el momento” es algo que todos necesitamos hacer de vez en cuando, no siempre es la mejor herramienta para resolver problemas mentales.
Para las personas con ansiedad o depresión es agobiante pensar en emociones positivas como la felicidad. Por lo tanto, una mejor estrategia para tratar su condición sería explorar su pesimismo defensivo. Es decir, por qué están de mal humor todo el tiempo.
De esta manera, esas personas podrían ser más conscientes de su forma de actuar y, en lugar de entrar en pánico por sus emociones negativas, superar los obstáculos diarios con calma.
Sin embargo, la psicología positiva ya ha abarcado mucho terreno en Occidente, y es muy poco probable que las instituciones se cuestionen la frustración que genera solo pensar en “cosas felices”.
“Instruir a una persona para que sea feliz no es muy diferente a pedirle que no piense en un elefante rosado. En ambos casos, su mente puede ir fácilmente en la dirección opuesta”.
Berthenya Dunbar
Así que, lo que este nuevo enfoque pone sobre la mesa no es la posibilidad de una “psicoterapia negativa”, sino el que nos replanteemos si estar de mal humor es mejor o peor que estar feliz.