Mitos antiguos sobre la menstruación que son simplemente increíbles

A pesar de que es un proceso completamente normal en los cuerpos de la mitad de la población humana, la menstruación siempre ha sido un gran tabú social, e incluso hoy en día nos topamos con mucha ignorancia al respecto. Sin embargo, hemos avanzado, y lo notarás aún más al ver los mitos absurdos antiguos sobre la menstruación que te traemos hoy.

Un tabú… literalmente

Pero antes, ¿qué tal si empezamos desde la raíz? Porque sí, incluso el término “menstruación” es un tabú en sí mismo. Y cuando afirmamos esto lo decimos de forma literal, pues “tabú” proviene de la palabra polinesia “tapua”, la cual, si la traducimos a nuestro idioma, significa menstruación. Sí, así como lees.

Pero, ¿cómo? Pues existe una teoría difundida por la autora feminista Elizabeth Gould Davis que asegura que algunas de las primeras sociedades humanas eran matriarcales, y en ellas las mujeres crearon la idea de que la menstruación generaba miedo y respeto hacia los hombres. Poco sabían ellas de lo que desencadenaría esto miles de años después.

Magia negra venenosa

La idea de que la menstruación era peligrosa quedó grabada en la sociedad y muchos naturalistas lo defendieron. Uno de ellos fue Plinio el Viejo, pues aseguraba que la sangre menstrual era venenosa. Sin embargo, su descripción deja ver que ese “veneno menstrual” era más bien una especie de magia oscura terrible y muy poderosa:

El contacto con el flujo mensual de mujeres agria el vino nuevo, hace que las cosechas se marchiten, mata los injertos, seca las semillas en los jardines, hace que la fruta de los árboles se caiga, oscurece la superficie brillante de los espejos, opaca el borde del acero y el brillo de marfil, mata abejas, oxida el hierro y el bronce, y hace que un olor horrible llene el aire. Los perros que prueban la sangre se vuelven locos, y su mordedura se vuelve venenosa como en la rabia. El Mar Muerto, espeso de sal, no puede separarse excepto por un hilo empapado en el líquido venenoso de la sangre menstrual. Un hilo de un vestido infectado es suficiente. La ropa, tocada por la mujer al hervirla y lavarla con agua, se vuelve negra”.

Pero no conforme con todo esto, este brillante pensador también creía que los hombres romanos usaban la sangre de época de sus esposas como garantía de su fidelidad. ¿Por qué? Pues podían crear hechizos de amor con ella.

Decía que mezclar una gota de sangre menstrual en la comida podía garantizar el amor de una persona. Si viste la película ‘Midsommar’, probablemente esta idea te suene familiar.

Como podrás imaginar, Plinio el Viejo no mantuvo su buena reputación a lo largo de la historia, pues se encargó de publicar más ideas como estas que terminaron siendo bastante absurdas. Ya lo comentábamos antes cuando hablamos de su teoría que seguraba que el semen de cada cada testículo determinaba el sexo del bebé

Un mal augurio para la caza

Más adelante en la historia podemos ver otros casos similares, como los de los esquimales. Según el Manual SAGE de género y psicología, ellos tenían la regla de no entrar en contacto con una mujer menstruante antes de salir a cazar:

Se creía que un vapor invisible se adhería al hombre, haciéndolo visible para la caza, y las mujeres bukka estaban prohibidas de ir al mar por temor a que la sangre menstrual eche a perder el pescado”.

Mortíferas para los hombres y su virilidad

Por si fuera poco el hecho de que las mujeres podían arruinar prácticamente todo lo que tocaran, también se creía que la sangre menstrual era capaz de matar a los hombres.

Así lo creían en la tribu Mae Enga de Nueva Guinea, comunidad en la que se aseguraba que el contacto con la menstruación podría conducir a una muerte lenta y dolorosa para los hombres.

Por otro lado, los indios Tinne de Yukon tenían la certeza de que la menstruación podía acabar con la virilidad de los hombres, pero la mejor parte es la razón: creían que esta sustancia estaba imbuida de la esencia de la feminidad. Solo imagina a los hombres de cada comunidad huyendo de las mujeres al menos una vez al mes.

Una cura y una enfermedad

La menstruación fue bastante popular en la Europa medieval, sobre todo durante los brotes de lepra. Hildegard von Bingen, quien luchaba por la liberación sexual femenina, teorizó que la sangre menstrual era una cura para dicha enfermedad.

Sin embargo, la llamada “maldición de Eva” aún era concebida como negativa y peligrosa, por lo que no pasó mucho tiempo para que se difundiera el rumor de que la sangre menstrual era la causante de la lepra. Y no solo eso, sino que también tenía el poder de “corroer” los penes.

“Comprobado” por la ciencia

Luego de tantos rumores sobre la menstruación, evidentemente alguien debía enfocarse en comprobar si estos eran reales. El responsable de “aclararnos” el asunto fue el Dr. Bela Schick, quien llevó a cabo algunos experimentos en 1919 para determinar el nivel de toxicidad de la sangre menstrual.

Experimentó con una enfermera, quien durante su menstruación debía manipular flores antes de colocarlas en agua. Descubrió que estas se marchitaban más rápidamente cuando ella que cuando él las tocaba.

Así, llegó a la conclusión de que, cuando las mujeres menstrúan, sudan una sustancia química capaz de matar a las plantas. A estas les dio el nombre de menotoxinas.

Su idea fue respaldada por estudios posteriores, pero su pobre argumento nunca pudo demostrar la existencia de las famosas menotoxinas.

Afortunadamente hoy en día ya entendemos que la menstruación funciona de forma muy diferente y que no tiene nada de malo. Y aunque aún hay pocos estudios que expliquen ciertos comportamientos sobre los ciclos menstruales, la sociedad ha aceptado poco a poco que la sangre menstrual es inofensiva.

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