‘Naciones’ o ‘nacionalidades’? La palabra que sembró la crisis en España

Por Patrick Kingsley


MADRID — Habían pasado apenas dos años desde la muerte del general Francisco Franco, el dictador español que reprimió los intentos de establecer autonomías regionales. Los dos catalanes en la mesa de negociación, Miquel Roca y Jordi Solé Tura, querían que el nuevo texto estableciera el derecho a la autogestión en las “naciones” constituyentes de España —en referencia directa a Cataluña, Galicia y el País Vasco—, dijo Roca en entrevista. Los otros cinco, entre ellos un exministro franquista, se rehusaron.

Al final llegaron a un compromiso. El texto no hablaría de naciones, sino de regiones y nacionalidades. “Nosotros queríamos un poco más y algunos otros querían mucho menos”, comentó Roca, pero la redacción igual “fue un éxito”.

A 41 años de que fue aprobada la constitución de 1978, en un referendo, esa concepción del texto como un éxito sigue siendo popular. La carta magna es considerada un logro destacable, a pesar de ser un texto escrito cuando España aún era gobernada por seguidores de Franco y apenas empezaba la transición democrática.

En una junta especial del parlamento en Madrid, el rey Juan Carlos I de España firmó la constitución española en 1978, lo que estableció una democracia en España. Credit Central Press/Hulton Archive vía Getty Images

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Pero los españoles también están cuestionándose si lo que fue un triunfo al momento de ser redactado es lo mismo que tiene al país en un punto muerto cuatro décadas después.

Las complicaciones con la constitución le dieron impulso al movimiento independentista catalán —el cual, a su vez, incentivó que emergiera el primer partido de ultraderecha en España desde la era franquista— y contribuyeron con la derrota de dos gobiernos españoles en menos de un año, el último apenas en julio pasado.

Esas luchas de la joven democracia han vuelto de España —cuya transición fue talismán de progreso a finales del siglo XX— un emblema del desorden continental en el siglo XXI.

“La constitución fue un gran logro en su momento, porque fue inusual que tantas partes alcanzaran un acuerdo”, dijo Virginia Pérez Alonso, coeditora de Público, un sitio de noticias con sede en Madrid.

“Pero ese consenso es lo que ya no tenemos”, añadió. Hoy, dijo, “hay probablemente tantos enfoques sobre la constitución como partidos políticos en España”.

Simpatizantes en Madrid hacen el saludo ante el himno fascista en recuerdo al dictador español Francisco Franco en el 43 aniversario de su muerte el año pasado.

Para algunas personas de izquierda, la constitución es demasiado vaga en sus promesas sobre vivienda, empleo, cuidado de salud y sistema de pensiones.

Para algunos en la derecha, la constitución es demasiado flexible y con ello ha permitido a los nacionalistas catalanes demandar más y más autonomía hasta que hubo un anuncio unilateral de independencia a finales de 2017.

El Estado descentralizado que permite la carta magna es “un foco de inestabilidad y antiespañolismo”, afirmó Santiago Abascal, líder de Vox, el partido emergente de ultraderecha que busca eliminar las cláusulas sobre autonomía regional.

Pero para los independentistas catalanes el texto se queda corto: les prohíbe organizar un referendo legal sobre la independencia si no cuentan con el apoyo del gobierno central español.

Hasta la palabra “nacionalidades”, considerada una victoria hace 41 años, se ha vuelto un logro traicionero. En 2010, cuando el Tribunal Constitucional redujo algunos aspectos de la autonomía catalana, el fallo se basó en parte en el uso de “nacionalidades” y no de “naciones” en la constitución.

Esa misma decisión hizo del movimiento independentista, antes un tema minoritario, uno que llegó a contar con el apoyo de casi la mitad del electorado catalán.

Cuando se escribió la carta magna por los siete “padres de la constitución” (ninguna mujer fue involucrada), Roca no esperaba que después la fueran a pensar como una atadura.

Después de la muerte de Franco, a los ministros, funcionarios, militares y jueces que habían respaldado su dictadura de 41 años no solo se les permitió continuar en la vida pública, sino también moldearla. Credit Associated Press

Roca cree que hasta la redacción actual de la constitución permite todo el autogobierno posible sin separarse formalmente de España.

Aunque el texto dice que el servicio militar es “obligatorio”, una interpretación legal en 2001 le puso fin. Pese a que el texto solamente le otorga el derecho al matrimonio a “el hombre y la mujer”, en 2005 fue interpretada de modo que se avala el matrimonio igualitario.

Las secciones sobre autonomía regional tienen “una lectura flexible que permitiría adaptarse a la evolución de los tiempos”, dijo Roca. Pero sí se prohíbe establecer un país completamente nuevo.

Ninguna constitución, indicó Roca, “contempla la autodeterminación de una parte del Estado”. Con lo redactado, dijo: “Tampoco hemos constitucionalizado el derecho a la revolución”.

Para otras personas involucradas en la creación de la Constitución de 1978 estas secciones hacen a los independentistas el principal origen del punto muerto en España, más que el Tribunal Constitucional o la carta magna misma.

“La crisis política actual no puede atribuirse de ninguna manera a la constitución vigente”, dijo Alfonso Guerra, exvicepresidente de España que asesoró la redacción del texto, pero no fue uno de los siete autores originales. “Es responsabilidad de un grupo de independentistas que quiere destruirla, como quiere acabar con la unidad de España”.

Un antropólogo voluntario trabajando junto a una fosa común en el cementerio de Paterna, España, el año pasado. De acuerdo con las autoridades, los cuerpos de 2238 víctimas del régimen de Franco fueron enterrados aquí después de su ejecución entre 1939 y 1956, después del final de la guerra civil española. Credit David Ramos/Getty Images

Para quienes los critican los líderes independentistas son un grupo de oportunistas que se aferraron a la idea de secesión para distraer a los votantes catalanes de escándalos de corrupción y malos manejos económicos de sus propios gobernantes.

“Lo que hicieron es inventarse un enemigo”, dijo Pablo Casado, líder opositor y presidente del Partido Popular.

Los independentistas consideraron que eso tergiversa sus ideas.

Hicieron notar que fue el partido de Casado el que pidió que el Tribunal Constitucional deliberara sobre la autonomía catalana. Fue después de que ellos se sintieron forzados a recurrir a la opción nuclear de celebrar el referéndum tildado de inconstitucional, dijeron, porque la decisión de la corte de 2010 no les dejó recursos legales ni maneras de negociar con el Estado español.

“Para mucha gente ese fue el punto de inflexión”, dijo Gabriel Rufián, legislador catalán de izquierda extrema.

A decir de Rufián, la crisis actual en España está cimentada en el fracaso para completar la transición democrática de España en los años setenta.

Después de la muerte de Franco, los ministros, oficiales, soldados y jueces que habían poblado su dictadura de 41 años pudieron no solamente continuar en la vida pública sino forjarla.

Una familia marroquí cerca de un grafiti en apoyo al partido Vox de ultraderecha en El Ejido, España Credit Samuel Aranda para The New York Times

Manuel Fraga, exministro franquista que ayudó a redactar la constitución, fundó el Partido Popular, una agrupación conservadora que sigue siendo un pilar de la política española moderna.

Rufián indicó que la mentalidad del régimen franquista no ha sido completamente erradicada; hasta hoy la cantidad de cadáveres no identificados en fosas comunes de la era de Franco es la segunda más numerosa del mundo, después de Cambodia, y miles más están en tumbas sin nombre.

Para escaparse de la sombra del franquismo, dijo Rufián, es necesario romper por completo con Madrid.

“Hubo dictadura por cuarenta años pero nada de proceso como Nuremberg”, comentó Rufián, en referencia a los juicios a exoficiales nazis. “La así llamada transición es una mentira”.

Aunque su postura es considerada extrema por quienes integran la izquierda moderada.

Una interpretación más favorable destaca que el Partido Socialista Obrero Español, cuya existencia fue prohibida en el franquismo, ha tenido el poder por más años que cualquier otra fuerza política desde la muerte del Generalísimo.

Para 2008 el jefe de las Fuerzas Armadas era un general de izquierda. Y si los jueces de más antigüedad han tomado decisiones politizadas es porque fueron nombrados por parlamentos y gobiernos tanto de derecha como de izquierda.

Gracias a la transición y a la constitución, España se ha vuelto una de las sociedades “más tolerantes del mundo”, dijo José Luis Rodríguez Zapatero, presidente socialista de 2004 a 2011.

La situación actual, añadió, se debe a las necedades tanto de los independentistas, que no han reconocido haber cometido errores, y el gobierno de centroderecha que estaba en el poder durante la declaración de independencia en 2017.

Los dos lados, por sus razones políticas propias, dijo Zapatero, “parecen complacerse más con la confrontación que con el cabal reconocimiento de la diversidad en España”.

El expresidente comentó que la única solución es la “convivencia, que implica reconocimiento y respeto”. Añadió que “hay solo un camino para llegar a ella: el diálogo político, que requiere más valentía que la confrontación”.

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