Princesa Leia y su importancia como icono de la cultura popular
Durante las últimas semanas se ha debatido con insistencia el papel Leia Organa (interpretada por Carrie Fisher) en Star Wars: Episode IX — The Rise of Skywalker, la última entrega de la trilogía que involucra al personaje y su familia en la saga galáctica.
Después de la muerte de Fisher hace dos años, el film rendirá un sentido tributo al personaje y a la actriz que le encarna. Sin embargo, los escasos ocho minutos de metraje que incluirá la producción están muy lejos de la importancia que se supondría tendría la Princesa y luego General de la Alianza Rebelde en el argumento original. Según Todd Fisher, hermano de la actriz, una de las intenciones de la venidera película era explorar la forma en que Leia utilizaba todas sus habilidades como Jedi para enfrentarse al lado oscuro.
“Ella iba a ser la gran recompensa en la película final. Sería la última Jedi, por así decirlo. ¿Eso es genial, verdad? “, compartió Fisher con Yahoo Entertainment en una reciente entrevista “La gente solía decirme, ¿por qué Carrie nunca consigue un sable de luz y lucha algunos tipos malos? ¡Obi-Wan estaba en su mejor momento cuando tenía la edad de Carrie!”. Las declaraciones de Fisher coinciden con las de Mark Hamill, quien hace unas semanas afirmó que la intención inicial de la película de J.J Abrams era que Leia ocupara una figura clave en la próxima película.
No se trata por supuesto de algo casual. La importancia futura de Leia de Alderaan en el cierre de la franquicia tiene una relación directa e importante con su peso en la saga como parte de la historia del cine. La franquicia de Star Wars siempre ha sido una historia sobre la familia, la herencia y sobre todo, las infinitas líneas de conexión que unen a los personajes entre sí con el pasado y la incertidumbre del futuro.
Si Star Wars: Episode IV — A New Hope (George Lucas — 1977) exploró el renacimiento de la posibilidad de rebelión frente a la República en la figura un jovencísimo Luke Skywalker, Star Wars: Episode V — The Empire Strikes Back (Irvin Kershner -1980) ya analizaba las bases fundacionales de la mitología creada por George Lucas desde una perspectiva emotiva y profunda: la posibilidad que una nueva generación de hombres y mujeres se enfrentaran al poder corrompido. Por último, Star Wars: Episode VI — Return of the Jedi (Richard Marquand — 1983) mostraba la redención de uno de los villanos más emblemáticos de la saga, y la importancia de los vínculos emocionales en la historia en el universo creado por Lucas.
Leia Organa, princesa y luego General de las Residencia contra el totalitarismo de la República, también fue un símbolo fundamental del peso definitivo de la familia y la herencia en la space opera más famosa del cine. Si Luke redefinió su papel en la mitología de la historia declarando “soy un Jedi, como mi padre antes que yo”, Leia representó una conexión con la forma en que La Fuerza — esa energía misteriosa de tanto valor para la saga intergaláctica — actuaba incluso en quienes no conocían la magnitud de su poder.
En Star Wars: Episode VI — Return of the Jedi, Luke de hecho utiliza esa noción sobre el lazo invisible que une a todos los Skywalker para revelar uno de los mayores secretos del argumento. “La Fuerza es fuerte en mi familia — le dice a una desconcertada Leia — mi padre la tiene. Yo la tengo. Y mi hermana lo tiene. Sí. Eres tú, Leia”, decía. Aunque parezca una fórmula tópica, en realidad, fue una manera en que los guionistas George Lucas y Lawrence Kasdan incorporaron la relevancia de Leia como hermana de Luke y símbolo de un legado mucho más grande e importante.
Se trata de uno de los momentos que brindan un peso esencial al personaje. De pie, con su larguísimo cabello suelto por primera vez desde que la saga comenzó, Leia no parece sorprendida ni tampoco incrédula. La Princesa que se enfrentó a Darth Vader y está decidida a luchar por la libertad del universo, acepta su destino con una serena pero firme sabiduría que sin duda, es uno de los elementos más importantes de su personalidad. Leia Organa, hermana del en apariencia último Jedi, es también parte de ese poder inexplicable que mantiene el equilibrio de las fuerzas del bien y el mal. Un metáfora sobre su importancia que en el resto de la saga, cobra un considerable protagonismo.
Leia y el poder: un binomio complicado
Leia jamás fue una dama en apuros, una princesa frágil o una mujer esperando ser rescatada, como Carrie Fisher mencionó más de una vez. Es esa cualidad de fortaleza serena la que convirtió al personaje en quizás uno de los símbolos más reconocibles de la lenta, pero interesante, revolución en la evolución de los personajes en las historias de fantasía y Ciencia Ficción.
Claro está, el arquetipo de la princesa procede de una una larga línea de personajes femeninos que dependían del héroe de turno para su supervivencia, pero a diferencia de cualquiera de ellas Leia convirtió su aparente fragilidad —una mujer enfrentándose en solitario a un villano enmascarado conocido por su crueldad— en una fuente de continúa fortaleza. Lucas brinda al personaje un hilo argumental central y también, dialoga con su poderosa capacidad para crear algo más esencial que una rehén de las circunstancias. Con la mirada firme y blaster en mano, Leia es un heroína por derecho propio a la altura de cualquier otro que le acompaña, sino una líder de enorme relevancia en un mundo lleno de hombres de acción pero escasa comprensión sobre la importancia de las decisiones morales.
Tal vez por eso, Leia —y sus encarnaciones en pantalla— son motivo de amplio debate. Desde su historia de amor con un bandido espacial de dudosa reputación, hasta el bikini dorado y condición de esclava —que la sexualizó casi a la fuerza, pero también demostró que incluso en semejantes condiciones conservaba la determinación y la dignidad— el personaje de Leia marco una forma de construir iconos femeninos que aún resulta válido, moderno y sobre todo, con un enorme peso simbólico.
Convertida en General y vistiendo sobrios trajes grises, la antigua Princesa de impolutos trajes blancos continúo conservando el poder de mando y algo mucho más importante: el peso dentro de una historia llena de héroes que encarnan diferentes arquetipos tan familiares y poderosos como para formar parte de la historia cinematográfica.
Todas las mujeres en las estrellas: el legado definitivo
Más adelante, todas las mujeres de Star Wars se medirían por el rasante de Leia. Jyn Erso (Felicity Jones) de Rogue One: A Star Wars Story (Gareth Edwards — 2016) se convertiría en su heredera directa, aunque según la extraña cronología de las películas, nace y muere mucho antes que Leia. Pero aún así su personalidad es la de Leia llevada a una dimensión pesimista y dura que le transforma en una versión de la Princesa mucho más angustiosa.
La sombría determinación y la decisión de sacrificar lo que sea necesario por un bien mayor, pone a Jyn al mismo nivel que Leia, que perdió a su planeta y buena parte de su historia en un combate desigual que tenía todas de perder. Pero tanto una como u otra sostienen sus respectivas historias desde un heroísmo sincero que define con propiedad a las fuertes y determinadas mujeres de la saga.
Por otro lado, aunque —aún— no quede claro su parentesco con los Skywalker, Rey también forma parte de un tipo de poder personal y espiritual que puede atribuirse al legado de Leia. Su apariencia y comportamiento Star Wars: Episode VII — The Force Awakens (J. J. Abrams- 2015) son una mezcla singular entre el Luke de Star Wars: Episode IV — A New Hope y la fortaleza de Leia, aunque por supuesto, minimizada y matizada por su edad o al menos, su imprecisa historia personal. Rey, al igual que Leia, debe enfrentarse a un destino que la supera y lo hace con una habilidad nacida del instinto y la convicción que no sólo tiene la fortaleza para hacerlo sino un deber circunstancial que la pone en el centro de una historia complicada.
Pero además de eso, Leia es el nudo motor de la saga Star Wars: la que pone el movimiento la historia inicial y la que mantiene el hilo conductor que une a Luke, Han y al resto de los personajes. Como Princesa, se convirtió en el símbolo de la rebelión. Como General, en el vínculo medular de la estrategia y el conocimiento sobre el poder y el alcance del enemigo con el cual se luchará. Y mientras los débiles hombros de Anakin Skywalker fueron incapaces de sostener semejante herencia y responsabilidad —para luego terminar cayendo al lado oscuro — Leia se sostiene sobre una formidable convicción sobre las acciones que lleva a cabo y sus consecuencias.
Leia además, es una heroína que cambio el canon de las mujeres fuertes del cine, sin ser por completo reivindicativo o que pudiera comprenderse solo por su carácter rebelde. Es gracias a Leia que muchos personajes de fantasía y Ciencia Ficción actuales, tienen planes y proyectos propios, que son capaces de levantar imperios y derrumbar otros tantos. Es gracias a Leia que Ellen Ripley se convirtió en la sobreviviente del Nostromo, con el arma al ristre y una profunda convicción sobre su capacidad personal.
Y gracias a Leia, que Sarah Connor fue la elegida para ser el símbolo visible de una rebelión futura que comenzaba por la herencia que podía transmitir a su hijo. Gracias a Leia la Katniss Everdeen del futuro pudo levantar el arco para apuntar a una rebelión extraordinaria que cambió los cimientos de su historia. Leia Organa no tenía que ser cortés para gobernar, ni tampoco enamorarse — aunque lo hizo — para tener un lugar preponderante en la historia que protagonizaba. Una y otra vez, la figura de la princesa guerrera imaginada por Lucas, se convirtió en algo más que un estereotipo, para rozar el terreno profundamente significativo del icono.
Tal vez, ocho minutos de metraje sean incapaces de resumir la transcendencia de Leia Organa en la futura Star Wars: Episode IX — The Rise of Skywalker. Pero su legado —ese vínculo que le une y le sostiene en la cultura pop— seguirá siendo tan poderoso, significativo y sorprendente como La Fuerza que heredó de su familia. Un personaje que encarnó un nuevo tipo de rebeldía y también, una forma de asumir el poder que aún deslumbra y conmueve a los fanáticos que siguen —y seguirán— admirándola.