Suministrar cafeína a las abejas podría hacerlas más eficientes

La naturaleza funciona siempre en un delicado equilibrio que, incluso ahora, no hemos llegado a entender por completo. Con la finalidad de seguir en nuestra búsqueda de conocimiento, un nuevo experimento se ha realizado para identificar la relación entre las abejas y la cafeína.

Con anterioridad se ha visto que algunas abejas tienden a preferir las flores que naturalmente tienen trazas de cafeína. Pero, hasta la fecha, no se había investigado a profundidad el motivo detrás de dicha preferencia.

 

Ahora, los investigadores Sarah E.J. Arnold, Jan-Hendrik Dudenhöffer, Michelle T. Fountain, Katie L. James, David R. Hall, Dudley I. Farman, Felix L. Wäckers y Philip C. Stevenson han tratado de encontrar una respuesta a tal incógnita. Los resultados de su estudio se publicaron luego en la revista científica Current Biology.

¿Las abejas gustan de la cafeína o de sus efectos?

Como ya lo mencionamos, se sabe que las abejas son capaces de mostrar una preferencia por la cafeína. Pero, hasta la fecha, no era seguro por qué manifestaban tal comportamiento.

Abeja sobre fondo negro.
Vía Maxpixel.net

Dicho dilema podría finalmente encontrar una solución en la más reciente investigación. Con ella, se averiguó su las abejas simplemente preferían la cafeína por elementos propios –como su sabor o cualidades adictivas– o si ella les traía a dichos insectos un beneficio que desconociéramos.

Al final, fue notable que el consumo de cafeína en pequeñas cantidades parecía potenciar tanto el aprendizaje como la memoria de las abejas. Un detalle que no solo las hacía más eficientes en su trabajo, sino que permitía que encontraran más fuentes de cafeína con facilidad. En resumen, se creaba un círculo interminable entre el consumo del elemento y la búsqueda de más fuentes de él en el néctar de las flores.

Preferencia condicionada

Durante el experimento, los investigadores trabajaron con tres grupos de abejas. Al primero le suministraron néctar dulce sin olor; al segundo, néctar con olor a fresas; y, al tercero, néctar con aroma a fresas y bajas cantidades de cafeína.

Luego, se soltó a las abejas en un espacio controlado donde habría flores artificiales liberando néctar a espacios de tiempo regulares. La mitad de las flores olían a fresas y la otra a linalol –un aroma común en muchas variedades de flores–. Ninguna de las alternativas tenía cafeína.

Panal de abejas que pueden gustar de la cafeína.
Vía Maxpixel.net.

Las abejas alimentadas con néctar inodoro mostraron la misma preferencia por ambos grupos, yendo hacia las que olían a fresa el 50% de las veces. Por su parte, las abejas alimentadas con néctar de olor a fresa mostraron una predisposición mayor para ir a las flores que olían también como la fruta –con una ocurrencia del 60% de las veces–.

Finalmente, las abejas del tercer grupo fueron un 70% de las veces de forma directa a las flores que olían a fresa. Por lo que, quedó más que claro que la existencia de cafeína en la mezcla con la que fueron alimentadas las impulsó a buscar más del olor con el que se hicieron familiares –algo que ocurrió en menor medida con las abejas que no recibieron cafeína–. Como si fuera poco, dicho grupo también se hizo gradualmente más eficiente y rápido en sus labores, dejando atrás a las otras abejas.

Anticipamos que la exposición a cafeína, olor y azúcar que tenían las abejas en el nido les ayudó a formar un fuerte recuerdo de que el olor de la flor de fresa sintética era ‘bueno’ y fueron a buscar el olor. (…) Parece que recordaron esa buena experiencia con más fuerza y durante más tiempo”, explicó Arnold.

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